Rallye Paris-Dakar 1979
Rallye-París Dakar 1979
En 1977 Thierry Sabine se encontraba participando con su motocicleta en el Rallye Abidjan-Nice, una prueba deportiva organizada en las arenas del desierto por su compatriota por Jean Claude Bertrand.
Durante dicha participación, Sabine perdió las marcas y acabó perdido en el desierto del Teneré. Tras pasar varios días solo entre las dunas sometido a los rigores del desierto fue rescatado por un equipo de la organización mandado por Betrand.
Parece que Sabine no llevó muy bien este acontecimiento y dio lugar a una rivalidad entre ambos personajes la cual terminó con Sabine organizando su propio Rallye en África y Bertrand organizando otro en América que cruzaría el continente completo desde América del Norte hasta América del Sur. Mientras que este último hubo de suspenderse debido a la falta de participantes (tan sólo 7), el primero tuvo más éxito en su iniciativa.
Así, en 1979 comenzaba la primera edición del Rallye París Dakar, una competición que en 1979 se planteaba llena de incógnitas debido a la inexperiencia de su principal promotor. Sin embargo, Sabine resultó un gran organizador y el 26 de diciembre de 1978, en su primera edición 170 equipos se inscribieron en esta aventura africana.
Entre las diferentes marcas y modelos había 5 Lada Niva, todos ellos de particulares franceses que con mucho esfuerzo y devoción prepararon sus vehículos para la aventura africana. Recordemos que las ventas de Lada en Francia comenzaron en ese mismo año 1978 por lo que estos valientes se lanzaron al desierto con un vehículo totalmente desconocido hasta entonces, lo cual no está exento de cierto sentido pues era un vehículo barato de adquirir y que presentaba un novedoso sistema de 4×4 permanente que no era habitual en los vehículos de la época. Estos 5 equipos participantes fueron:
n°107 Christian Duboscq/Pierre-Emmanuel Froissart
n°111 Pierre Dagoury/Bertrand Tournier
n°126 Claude Renault/Jacques Cholet
n°132 Pierre Minonzio/Jean-Louis Ledentu
n°148 Françoise Rayer/Gauche
Estas 5 unidades estaban prácticamente de serie y la preparación se limitada a los elementos habituales de la época como eran una jaula de barras antivuelco, amortiguadores reforzados, depósitos de combustibles de mayor capacidad y protecciones para los principales elementos mecánicos.
De todas tan sólo dos consiguieron cubrir los 10000 km del rally de los cuales más de 3000 discurrían sobre las arenas del desierto, lo cual ya es en sí mismo un auténtico éxito. Fueron los equipos formados por Pierre Minonzio y Jean-Louis Ledentu, a bordo de su Niva número 132 y el formado por Christian Duboscq y Pierre-Emmanuel Froissart.
Los primeros logaron llegar a Dakar en un meritorio 28º lugar, mientras que los segundos lo hicieron en el 41º. Debemos tener en cuenta de que en este primer Dakar no había categorías y tanto motos como coches y camiones corrían en una única competición. Si quitamos las motos resulta que los Niva llegaron el 13 y el 17 respectivamente, siendo vehículos prácticamente de serie.
La primera edición del que hoy día es el mayor Rallye del mundo no fue como lo que conocemos ahora. Eran años en los que África era un continente desconocido, la organización era novata y los desafíos constantes. Desde asistencias médicas a bordo de Peugeot 504 break que se quedaban atascados y llegaban más tarde que el último participante a problemas de abastecimiento de alimentos que hicieron que la mayoría de los participantes pasasen problemas para comer adecuadamente.
Con respecto a los dos Niva supervivientes de aquella edición podemos contar que el número 132 fue vendido por su dueño (farmacéutico de Marsella) en el propio Dakar. Se dice que tanto el como su copiloto llegaron tan exhaustos a Dakar que vendieron el coche por lo poco que pudieron y compraron los primeros billetes de avión disponibles para volver a la civilización, prometiendo no involucrarse nunca jamás en semejante aventura. El vehículo fue vendido a la Oficina Turística de Dakar y suponemos que terminó sus días allí.
Por el contrario la unidad con número 107, la de Cristian Dubocq, si retornó a Francia ya que no querían dejarlo allí. El propio Dubocq se puso en contacto con Poch en Francia para ver si estaban interesados en conocer los problemas técnicos que tuvo el coche y en saber de su experiencia en la carrera. La respuesta fue positiva y, tras desembarcar el vehículo en Le Havre, éste fue llevado a las instalaciones de Lada Poch. Dos semanas después estaba completamente restaurado de sus daños y Poch le ofreció ayuda para sus siguientes participaciones.
Este gran éxito del rallye Paris-Dakar y la aventura de Duboscq, hizo que un padre y un hijo, Jacques Poch y Jean-Jaques Poch, que empezaban a comercializar Lada en Francia, pusiesen su interés en esta novedosa prueba, pero esto será objeto de otros capítulos.
Queremos agradecer a Vicente Ortega Talens, gran aficionado y experto en el Dakar, su inestimable colaboración en la preparación de esta serie de artículos.